lunes, 11 de marzo de 2013

Argumentos en Defensa de los Alimentos Transgénicos

Peluches

Hace unos días un compañero de Directo Al Paladar, Minué, publicaba un post titulado “El huevo modificado genéticamente“ en el que se hacía eco de una exposición de un artista que quería llamar la atención sobre los alimentos modificados genéticamente. Minué, dejaba clara su postura desde el principio “Mi postura frente a las modificaciones genéticas es bastante tajante. No me gustan nada”. A partir de ahí, dejaba claros sus motivos.

El el post de hoy, quiero poner un contrapunto a esos argumentos con el fin de alimentar el debate, y mostrar otros puntos de vista. Sobre todo, porque yo mismo y a medida que he ido investigando más, y conociendo más argumentos he cambiado de opinión. Creo que no hay un ejercicio intelectual más sano que enfrentarse a ideas con las que uno no está de acuerdo.

Al igual que hizo Minué, yo dejaré clara mi postura. Los alimentos modificados genéticamente son todos, solo que ahora tenemos técnicas más potentes para crearlos. Si te comes una manzana golden con tranquilidad, no deberías temer comerte unas palomitas de maíz transgénico.

El hambre en el mundo y los transgénicos

Es cierto que parte del problema del hambre en el mundo es que no hay una adecuada distribución de alimentos. Hay países con excedentes y otros muchos que no cubren sus necesidades. Sin embargo, la solución no es llenar camiones con alimentos en unos sitios para alimentar países con hambre. Eso tampoco es sostenible ambientalmente. Se trata de que en los países con hambrunas, pueden abastecerse de forma autónoma. Y ahí, la productividad de las cosechas es un punto clave. Por mucho que se quiera, países con pocas precipitaciones, tienen grandes limitaciones. O bien renuncian a tener más población, o bien encuentran formas de producir más alimentos. Por supuesto, hay muchos otros factores, técnicas de producción, políticas, económicas, etc…

No obstante, si estamos todos de acuerdo en que hay que dar a estos países acceso a la tecnología en forma de portátiles, móviles, etc… ¿Quiénes somos nosotros para negarles el acceso a la tecnología en forma de semillas que produzcan más con menos? No debemos olvidar que también hay investigaciones con transgénicos que son “Open Source” pagadas por fundaciones sin ánimo de lucro y que también reciben críticas, ¡solo por ser transgénicos!. Quizá todos deberíamos hacer más presión para que hubiera más fondos públicos dedicados al desarrollo para la investigación de estos problemas, en vez de criticar estas iniciativas.

El Monopolio de las Semillas

Un argumento común es del monopolio sobre las semillas y su control por parte de multinacionales. Si, esto es así, pero todo tiene un motivo. Una semilla es una parte muy importante de la producción de alimentos. A primera vista puede parecernos que el que un agricultor guarde sus propias semillas para plantar al año siguiente es una buena opción. No tan deprisa.

¿Qué ocurre si las semillas que ha guardado se estropean por una catástrofe? ¿Qué ocurre al cabo de varias generaciones de plantación con esas semillas? A un agricultor le puede resultar mucho más seguro confiar en una compañía suministradora de semillas para evitar estos riesgos. Una empresa especializada en semillas tendrá siempre mejores instalaciones para almacenar estas semillas. Además, tendrá equipos de investigación dedicados a mantener semillas con suficiente variabilidad genética, y que puedan ir incorporando mejoras. Y este procedimiento lleva funcionando desde que se desarrolló la agricultura. Ya en las antiguas ferias medievales había personas que se dedicaban profesionalmente a la venta y almacenamiento de semillas.

Lo que hay que controlar y garantizar es una normativa y diversidad genética suficiente, y aquí hay espacio para todos, empresas privadas y por supuesto organismos públicos. A una empresa puede que no le interese guardar una semilla de trigo del siglo XII, pero la sociedad si que puede tener un interés por hacerlo. Además, si luego varias empresas pueden tener acceso a esta información en forma de semilla mucho mejor. Los monopolios se pueden combatir de muchas formas, y una de ellas es abrir la posibilidad de que haya más empresas y más alternativas.

El impacto en el medio ambiente

La agricultura, desde su aparición ha sido un agente de gran impacto ambiental. Paisajes y ecosistemas enteros se modificaron cuando se empezaron a cultivar las primeras variedades. Los mismos problemas que tenemos hoy de desertificación, erosión, pérdida de suelo, salinización, ya se producían hace miles de años. Y aunque parezca que no aprendemos, sí que lo hacemos, aunque quizá no al ritmo necesario.

Una planta modificada genéticamente lo es porque tiene una utilidad para el ser humano. Fuera de esto, las modificaciones que introducimos no tienen mucho valor adaptativo. Por ejemplo, una planta resistente a un pesticida, aunque lograra hibridarse con una planta normal, ¿qué ventaja le daría? Salvo que la zona en la que viva esa planta se rocíe con pesticidas, ninguna. Lo normal es que la selección natural acabe con esa variación en pocas generaciones. De hecho, las investigaciones publicadas sobre hibridaciones hasta la fecha, parecen confirmar esta hipótesis.

¿Pero si no sabemos el impacto que va a tener? Tampoco sabíamos el impacto que iba a tener plantar campos con trigo, o arroz, o mijo y lo hicimos. Y claro, creamos problemas, pero también los fuimos solucionando. La alternativa 100% natural hubiera sido no hacer nada y entonces ni tu ni yo estaríamos leyendo este post.

Minué mostraba su miedo a jugar a ser dioses. Es un miedo recurrente de la especie humana que se ha plasmado en varios mitos. Nos hicimos “dioses” en el mismo momento que conquistamos el fuego, una fuente de energía externa a nosotros. A partir de ahí hemos experimentado y cambiado nuestro entorno a nuestro gusto y para nuestro beneficio. Supimos también detectar la selección natural, y crear nuestra propia selección artificial de plantas y animales. Y tuvo un impacto y unos beneficios. Y cometimos errores, y aprendimos.

Un futuro híbrido


Sinceramente, creo que la ingenería genética es un gran avance de nuestra sociedad. Como todas las nuevas tecnología despierta recelos y requiere que revisemos sus impactos. Pero si la ponemos en contexto, y si la comparamos con otras tecnologías que hemos introducido durante toda la historia, esta tecnología nos llega en un momento en el que tenemos más conocimiento y más medios para medir su impacto.

¿Quiere decir esto que no tiene que tener límites? Para nada. Como sociedad tendremos que determinar qué es aceptable hacer con una nueva tecnología y qué no. Lo que sí es necesario es que seamos capaces de tener debates que nos hagan ver varios puntos de vista, sopesar pros y contras y decidir.

Para el futuro, veo muchos puntos de mejora y sinergias entre la ingeniería genética y técnicas de cultivo más respetuosas con el medio ambiente. Por desgracia, el debate está tan polarizado que algunos grupos se ven como enemigos irreconciliables. Así todos saldremos perdiendo y el medio ambiente también.

Minué confiesa tener miedo a consumir productos modificados genéticamente. Yo no, sé que son seguros y tan saludables como cualquier injerto que hemos creado en el pasado. Lo que sí me da miedo, y en eso coincido al 100% con Minué, es que esta tecnología caiga en manos de unos pocos para su beneficio exclusivo. Nuestra posición no debe ser oposición frontal simplemente por ser transgénicos, sino de exigir la garantía para que todos nos podamos beneficiar de ellos.

Imágenes | Por shannonyeh.photography
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